lunes, 26 de junio de 2023

Nuestros libros. Historias gráficas de un pueblo. Barakaldo


Género:
No ficción

Subgénero: Historia Local / Fotografía

Autor: Carlos Ibáñez López

Título: Historias gráficas de un pueblo. Barakaldo

Año: 1990

Editorial: Autopublicado

 

Dónde conseguirla: carlos.naguspea@gmail.com

 

Sinopsis:

Las escalinatas de piedra con simetría irrepetible se pierden por el callejón. Una mujer se recuesta a lo lejos en el umbral acariciando al chiquillo. Cuelgan chorizos, pimientos... El olor en blanco y negro, a veces ocre, se pierde en los ya viejos balcones de madera. El viejo eriza sus solapas en aquella "dicen que fue" la gran nevada, sí, cuando los chuzos aún caían de punta en Karranzairu. En el paseo de los mancos se cimbrean las mozas a la espera del tranvía. Unos muchachos, casi niños, recogen apresuradamente las colillas y lían el primer cigarro. Las abuelas tejen y pespuntean rumores. Voces, intersección de sueños que vagan y "jironean" historias en la vieja fotografía. El "Petty Palais", la "Tuta de Riancho", el circo pezón, el puente del Chepa, el estanco de Tasio, la "Jardinera"... yacen ahí olvidados desprotegidos. Desaparecidos de la memoria.

    Hubo un tiempo en que los muertos tenían nombre. Un tiempo de esquilas, con olor a puerro, sopa de ajo, huevo frito. Las gentes, sí, esas que "cantan y sueñan" tejían la sencilla trama de sus vidas bajo el arrullo incierto de las sirenas, augurando con sus consejas el espejismo del mar. Y de sus manos, bajo un cielo gris, plomizo, nacía el sudor de sus hombres, el poro de una tierra que, balbuceante, se entrega a la esperanza. Y sabían, ya no podían engañarse, que el mar, no existía, y que la tierra, su tierra, ya no sería de sus hijos.
    Son los hombres y mujeres que palmo a palmo, desde la entraña inventaron el recuerdo de un pueblo que nunca existió. Arcilla de nostalgias y deseos, que, convertida en placenta, acoge al inquieto siglo XX que mordisquea sus lindes.

    Barakaldo nace de la simbiosis de un sueño. Pueblo esculpido con prisa, a golpe de escalofrío. Con calles que se detienen bruscamente, buscándose incansables para terminar cortadas o perdidas en absurdos laberintos. Con plazas que, de pronto, se detienen atónitas preguntándose qué centro, y la historia de quien conmemoran. Pero Barakaldo, marino que mordidas sus raíces pierde el mar, encalla, y es padre, madre, hermano, engendrado en sí mismo en convulsión irrefrenable. Buscando su identidad, y pierde la memoria. Sólo la leyenda puede entonces rellenar los huecos del olvido.

    Carlos Ibáñez es la voz que reúne los fragmentos de memoria. La palabra que restituye el verbo perdido en el pasado. Su vocación de poeta le lleva a evocar el trasfondo mítico de un Barakaldo prometeico anclado para siempre en los límites de su propia identidad. No es Carlos Ibáñez un "escribidor", como se calificaba en Historias de un pueblo. Barakaldo, sino la memoria que escribe al dictado del corazón. Es el hombre que escucha del rumor, la anécdota de la historia, los pequeños silencios lejanos... Historias gráficas de un pueblo. Barakaldo surge con la sola pretensión de que la historia nazca finalmente del silencio. Sólo el testimonio mudo puede recuperar la identidad de ese pueblo desconocido, Barakaldo. El escritor cede la palabra al silencio. Escuchemos...

Prólogo de Begoña Ibáñez Abendaño

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