Género: No ficción
Subgénero: Historia
Local / Fotografía
Autor: Carlos Ibáñez López
Título: Historias gráficas de un pueblo.
Barakaldo
Año: 1990
Editorial: Autopublicado
Dónde conseguirla: carlos.naguspea@gmail.com
Sinopsis:
Las escalinatas de piedra con simetría
irrepetible se pierden por el callejón. Una mujer se recuesta a lo lejos en el
umbral acariciando al chiquillo. Cuelgan chorizos, pimientos... El olor en
blanco y negro, a veces ocre, se pierde en los ya viejos balcones de madera. El
viejo eriza sus solapas en aquella "dicen que fue" la gran nevada,
sí, cuando los chuzos aún caían de punta en Karranzairu. En el paseo de los
mancos se cimbrean las mozas a la espera del tranvía. Unos muchachos, casi
niños, recogen apresuradamente las colillas y lían el primer cigarro. Las
abuelas tejen y pespuntean rumores. Voces, intersección de sueños que vagan y
"jironean" historias en la vieja fotografía. El "Petty
Palais", la "Tuta de Riancho", el circo pezón, el puente del
Chepa, el estanco de Tasio, la "Jardinera"... yacen ahí olvidados
desprotegidos. Desaparecidos de la memoria.
Hubo un tiempo en
que los muertos tenían nombre. Un tiempo de esquilas, con olor a puerro, sopa
de ajo, huevo frito. Las gentes, sí, esas que "cantan y sueñan"
tejían la sencilla trama de sus vidas bajo el arrullo incierto de las sirenas,
augurando con sus consejas el espejismo del mar. Y de sus manos, bajo un cielo
gris, plomizo, nacía el sudor de sus hombres, el poro de una tierra que,
balbuceante, se entrega a la esperanza. Y sabían, ya no podían engañarse, que
el mar, no existía, y que la tierra, su tierra, ya no sería de sus hijos.
Son los hombres y mujeres que palmo a palmo, desde la
entraña inventaron el recuerdo de un pueblo que nunca existió. Arcilla de
nostalgias y deseos, que, convertida en placenta, acoge al inquieto siglo XX
que mordisquea sus lindes.
Barakaldo nace de
la simbiosis de un sueño. Pueblo esculpido con prisa, a golpe de escalofrío.
Con calles que se detienen bruscamente, buscándose incansables para terminar
cortadas o perdidas en absurdos laberintos. Con plazas que, de pronto, se
detienen atónitas preguntándose qué centro, y la historia de quien conmemoran.
Pero Barakaldo, marino que mordidas sus raíces pierde el mar, encalla, y es
padre, madre, hermano, engendrado en sí mismo en convulsión irrefrenable.
Buscando su identidad, y pierde la memoria. Sólo la leyenda puede entonces
rellenar los huecos del olvido.
Carlos Ibáñez es
la voz que reúne los fragmentos de memoria. La palabra que restituye el verbo
perdido en el pasado. Su vocación de poeta le lleva a evocar el trasfondo
mítico de un Barakaldo prometeico anclado para siempre en los límites de su
propia identidad. No es Carlos Ibáñez un "escribidor", como se
calificaba en Historias de un pueblo. Barakaldo, sino la memoria
que escribe al dictado del corazón. Es el hombre que escucha del rumor, la
anécdota de la historia, los pequeños silencios lejanos... Historias
gráficas de un pueblo. Barakaldo surge con la sola pretensión de que
la historia nazca finalmente del silencio. Sólo el testimonio mudo puede
recuperar la identidad de ese pueblo desconocido, Barakaldo. El escritor cede
la palabra al silencio. Escuchemos...
Prólogo de Begoña Ibáñez Abendaño
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